Irún no aporta ya nada.
Apenas queda industria interesante ni servicios vinculados. Somos más Medina del Campo que Elgoibar. Los irundarras cada vez vivimos peor. Cuántos jóvenes que quieren quedarse y no pueden. Cuántos pequeños empresarios resignados a subsistir con un pequeño negocio renqueante, sin relevo generacional. Somos un pueblo zombie con escaso atractivo, siquiera para los oriundos.
¿Captar empresas? Según los datos, son más las que desaparecen o se van a otros emplazamientos más interesantes (Elgoibar, 0,014 empresas industriales por habitante; Irún, 0,005). ¿Captar consumidores? ¿Pensáis que el comercio de Irún tiene suficiente atractivo para los de Rentería o Donosti? Yo no los he visto por aquí. Solo podemos confiar en nosotros mismos para salvarnos.
Con estas cartas, ¿qué impulsa el ayuntamiento? Una estrategia estándar de one size fits all: aceras anchas para terrazas, máximas restricciones al vehículo privado y facilidades para bicis. Lo que se hace en todas partes, vamos. Estrategia que asegura su subsistencia como ente municipal recaudador (parkings subterráneos y viviendas les aseguran ingresos futuros) pero no la de sus empresas, en tanto que no facilita el consumo en el tejido local.
En parte, es una tendencia global. No se puede luchar contra el modo de vida individualista tan arraigado que tenemos. Lo que hace la gente con un poder adquisitivo suficiente es ir a trabajar en coche a su taller del polígono de Elgoibar o a su oficina de Zuatzu; parar a la vuelta en un sitio fácil para hacer la compra (tipo Alcampo, Mercadona, BM); meter el coche en su garaje y subir la compra en el ascensor.
Pero en parte, es también fruto de la ausencia de una estrategia realista para asegurar la calidad de vida de la gente de Irún. El ayuntamiento viene esforzándose en hacer de este un pueblo bonito, amable. Amable pero zombie. Casi el 22% de la población de Irun tiene más de 65 años y, con los salarios que se manejan en el mercado laboral actual, ellos son nuestra esperanza en cuanto a consumo. No les voy a pedir que suban con la compra en bicicleta la cuesta de Anaka, la Avenida de Navarra, que vayan desde Behobia al paseo Colón. Y menos el 75% del año en que el clima es desfavorable. Bueno, es que no lo van a hacer. No es una alternativa.
Fuente: Twitter (@_laborda). Estas magníficas “alfombras” las han pintado incluso en curvas.
Al alcalde le saldrá muy a cuenta enseñar su proyecto de movilidad cuando sale por ahí afuera (y quizá en las urnas), pero a nosotros nos supone una calidad de vida regresiva. Y los irundarras, ¿qué tipo de ciudad queremos que impulse nuestro ayuntamiento?
Amigos, si la estrategia es visiblemente contraproducente, peor es la insistencia en el error. Sirva de ejemplo la re-obra de Letxunborro una década después para instalar un carril bici que absolutamente nadie utiliza como alternativa de movilidad. Más recientemente, hemos podido “disfrutar” de ensanchamientos “provisionales” de aceras por sitios que no son zonas de paso ni paseo, al más puro estilo Calle Fuenterrabía (calle de decreciente interés, ¿casualidad?).
Eliminación de aparcamiento en Javier Esteban Indart, barrio San Miguel. ¿No sabes dónde está? Normal: no es zona de paso.
O la eliminación de un carril en Letxunborro entre la rotonda de Puiana y la del Ibis: un vial de salida que transcurre entre polígonos. Provisional, dicen; ya veremos. Podríamos seguir hablando del corte periódico del Paseo de Colón o las pintadas en rojo en el suelo para destacar la preferencia de bicicletas. El gobierno municipal afirma que son seguras, pero ya se ha caído el primero. Si no rectifica en medidas concretas, ¿cómo podemos esperar que reformule esta estrategia que lleva legislaturas implementando?
En la carrera nos enseñaban que si no puedes competir por coste, debes hacerlo con estrategia de diferenciación. Hacer las cosas de otro modo de forma que aportes algo más. Por eso, un ayuntamiento responsable podría impulsar una red de consumo local. Potenciar las áreas comerciales existentes en San Miguel o Pio XII, por ejemplo, haciéndolos más accesibles. Pero en vez de eso, les resta incentivos con grandes aceras que en ningún caso aportan lo que quitan. Si no puedo aparcar, no voy a bajar a San Miguel a hacer la compra, me iré a un centro comercial. De los mayores de 65 ya ni hablamos.
Y así, el proceso por el que languidece Irún, no se ve frenado o invertido sino acelerado por la política estándar del ayuntamiento que si en algún sitio no encaja es aquí. E Irún, para 2030, será una ciudad muy amable. Tan amable que no se verá un alma de lunes a viernes. El enésimo Fuenlabrada o Parla. El último eslabón-dormitorio del área metropolitana de San Sebastián. Tan solo un fantasma de hormigón.